Prometía arrasar, pero todo ha terminado convertido en un desastre. Cuando Blonde se plantó en la parrilla de Netflix, el público acudía en masa a ver un proyecto que venía precedido de enorme expectación. Lo que prometía ser un acercamiento más íntimo y poderoso que nunca a la figura de Marilyn Monroe provocaba que el estreno de Blonde supusiese un gran éxito durante la primera semana de exhibición de la película en la plataforma. Poco podían imaginar en Netflix que se enfrentaban a un auténtico desastre.
Tras unos primeros días prometedores, Blonde se desmoronaba por todo lo alto. A pesar del buen hacer de Ana de Armas, lo cierto es que el retrato de Marilyn Monroe ofrecido por Andrew Dominik era rápidamente denostado por los espectadores. Pobre, morbosa e incluso cruel, la versión de la historia obviaba constantemente la dimensión más poderosa de una mujer adorada e idolatrada por todos. Lejos de buscar matices necesarios, todo resultaba demasiado burdo a la par que pretencioso.
Entre la constante crítica a escenas cuestionables y un exceso de duración (casi tres horas de película), los espectadores decidían darle la espalda radicalmente a Blonde tras su primera semana. Así, la película pronto se convertía en uno de los mayores fracasos jamás producidos por Netflix, ya que la compañía apostaba a lo grande por la película una costosa campaña promocional pocas veces vista.
Cierto es que el trabajo de Ana de Armas como protagonista de la película resulta sensacional, pero incluso este se ha visto lastrado por el pobre resultado final de la película. Así, un trabajo te parecía garantizarle su nominación al Oscar tiene toda la pinta de que será olvidado por la Academia. Lástima.