Corría el año 1979 cuando se producía uno de esos incendios memorables dentro del cine. El director Tinto Brass, uno de los más emblemáticos del cine italiano de aquellos días, firmó su sentencia de muerte con Calígula, una película que cayó como una bomba atómica. A pesar de que Brass se desentendió al final de la producción ante las presiones de la productora, el título siempre le acompañará.
La cinta adapta una novela de Gore Vidal sobre las perversiones de uno de los césares más controvertidos de la Antigua Roma, Calígula, y apostando por nombres tan emblemáticos como los de Helen Mirren y Malcolm MacDowell.
El problema llegaba al abordarse un drama de muy alto contenido erótico en el que se narra el ascenso y caída del emperador romano Calígula (12 D.C-41 D.C), sobrino e hijo adoptivo del emperador Tiberio. Sus crueles métodos para ocupar el trono y su afición por todo tipo de orgías, humillaciones y vejaciones son el núcleo de esta polémica película.
Calígula es hoy un collage pseudo-pornográfico con todo tipo de escenas sexuales y violencia. También una de las pocas incursiones del cine convencional en el sexo real, ya que nos encontramos con escenas de auténtico sexo oral. Todo ello provocaría que fuese censurada en gran cantidad de países de todo el mundo y calificada como película pornográfica en otros tantos. Arruinó la carrera de Brass aunque el mito de su Calígula aún pervive.