Sigue la lluvia de millones. Si alguien se pensaba que Avatar: El sentido del agua iba a fracasar en taquilla, nada más lejos de la realidad. La película va camino de convertirse en una de las tres más vistas de la historia del cine. Además, lograba hacerse con la nominación al Globo de Oro la Mejor Película en categoría de drama y su director, James Cameron, aspiraba al galardón a la mejor dirección.
No parece que las alegrías vayan a terminar ahí. Dentro de unos días la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas darán a conocer las nominaciones a los Oscars y Avatar: El sentido del agua tiene todas las papeletas para colarse en la lista de aspirantes la Mejor Película.
Está claro que todo le va muy bien a la cinta de James Cameron, que es una alegría ver los cines llenos de nuevo y que a amplios sectores del público le está gustando. Sin embargo, tampoco podemos dejar de subrayar que esperábamos mucho más de la historia de Avatar: El sentido del agua.
El despliegue visual es incomparable. Ni una pega que poner en ese aspecto. Desgraciadamente, la película flaquea en muchos momentos de la historia. Resulta pobre en su propuesta y reiterativa con la película original. No es descabellado pedirle más a un talento como Cameron a nivel historia, sobre todo después de 13 años de trabajo. Fórmulas repetidas en más de tres horas de película que nos llevan a un clímax demasiado parecido al de Titanic.
Visto lo visto, nadie puede cuestionar el magnetismo de Pandora y de los Na´vi, pero teniendo en cuenta que nos quedan tres secuelas más por delante, tampoco estaría de más romper la baraja y contarnos una historia un poco más novedosa.