Habitualmente nos suele gustar todo lo que sale de su mano. Decir que Russell Crowe es un magnífico actor está de más. El talento ante las cámaras del oscarizado intérprete no admite discusión, una faceta a la que se unía la de director allá por el año 2014. En aquellos días, Crowe debutaba tras las cámaras con la película El maestro del agua. Una cinta que, sin ser ninguna maravilla, permitía atisbar buenas maneras.
Pues bien, todos se ha ido al garete con Poker Face. La nueva cinta como director de Russell Crowe se plantaba el pasado viernes en las carteleras de todo el mundo, dejando bien claro el desastre. El intento de construir un thriller inteligente y trepidante queda en agua de borrajas. El guion resulta demasiado endeble en todos sus aspectos. Las tramas avanzan de forma caótica y sin clase alguna de cohesión, impulsadas por unos personajes francamente pobres.
Sorprende que, estando a los mandos de la película, ni el propio Russell Crowe consiga ofrecernos un trabajo más allá de lo monótono. Intentos constantes de giros de guion que pretenden lucir resultones terminan haciendo de Poker Face el batiburrillo que es. Un auténtico patinazo de nuestro queridísimo Russell Crowe que convendría dejar en el olvido lo antes posible.