El despliegue técnico es de proporciones épicas. Más allá de cualquier crítica que se le puede hacer, de lo que no cabe duda es de que Avatar: El sentido del agua es un espectáculo visual como nunca antes nos habíamos encontrado. Si con la primera entrega de la saga ya habíamos alucinado, lo de esta es un escándalo absoluto. Un milagro de CGI para llevarnos a Pandora y a sus fondos marinos.
Tal es el trabajo de postproducción requerido en la segunda entrega de Avatar que cuesta encontrar alguna escena o plano en la que no existan múltiples retoques visuales. De hecho, tal y como Erick Saindon ha confesado, son solo dos las escenas de la película en la que no existe CGI de ninguna clase. Uno de los miembros del equipo de efectos digitales de la película lo explicaba a Metro.
“Solo son naturales una escena del globo ocular de Spider y una del fondo del océano con solo varias ondas en el fondo del agua”, declaraba. Y es que Avatar: El sentido del agua es de un derroche técnico brutal.