Pocas cintas representan mejor el espíritu de aquellos días que Gremlins. La década de los 80 fue un festival de creatividad como pocos se han visto a lo largo de la historia del cine. La industria daba un importante giro hacia un perfil de películas llenas de encanto. Figuras como las de Steven Spielberg, Robert Zemeckis, Richard Donner o Chris Columbus eran fundamentales a ese respecto. Así, el hecho de que varias de ellas cruzasen su camino allá por 1984 no podía tener un resultado más impresionante que el de Gremlins.
Rand (Hoyt Axton) es un viajante que un día regala a su hijo Billy (Zach Galligan) una tierna y extraña criatura, un mogwai. El inocente regalo, sin embargo, será el origen de toda una ola de gamberradas y fechorías en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Todo empieza cuando son infringidas, una tras otra, las tres reglas básicas que deben seguirse para cuidar a un mogwai: no darle de comer después de medianoche, no mojarlo y evitar que le dé la luz del sol.
En un instante de la historia del cine se unieron tres piezas gloriosas. Por un lado, a Steven Spielberg de le ocurría una idea para un filme; por otro, Chris Columbus irrumpía en escena para convertir esa idea en un guión sensacional. Para cerrar la ecuación, Joe Dante se ponía al frente de un filme que era bautizado con el nombre de Gremlins y que, pasarán mil años, pero siempre disfrutaremos. Todo un milagro el del filme.