Esto no se puede entender. Cuando eres una de las mayores estrellas de la historia del cine, parece oportuno operar en función a tal reputación. Que Robert De Niro es uno de los mejores actores jamás vistos lo tenemos claro de sobra. El dos veces ganador del Oscar es leyenda viva del séptimo arte. Eso sí, en los últimos años parece empeñado en emborronar su legado a base de papeles desastrosos en películas francamente malas. Todo sobre mi padre es el último ejemplo de ello.
Sebastian le dice a su padre Salvo, un inmigrante italiano chapado a la antigua, que tiene intención de pedirle matrimonio a su novia estadounidense, Ellie. Pero antes de dar su visto bueno, Salvo insiste en pasar un fin de semana con los padres de ella. El choque cultural entre ambas familias es sencillamente inevitable.
De nuevo, una comedieta que nos da la sensación de haber visto mil veces antes. Todo sobre mi padre es una de esas cintas plagadas de lugares comunes, que pasa inadvertida. Robert De Niro se deja atrapar por un nuevo intento de mejorar su cuenta corriente. Sorprende que el tipo que el próximo mes de octubre protagonizará Killers of the Flower Moon (Martin Scorsese), siga aceptando este tipo de papeles. A sus casi ochenta años, es el momento de que empiece a pensar en una retirada a base de grandes papeles. Cualquier cosa distinta a esa sería seguir llenando su carrera de borrones.