Estábamos todos esperando su estreno como agua de mayo. Si una película de superhéroes lograba despertar enorme expectación en los últimos tiempos esa era Flash. Cada persona que asistía a un pase previo salía pregonando a los cuatro vientos haber visto una de las mejores películas de la historia del cine de superhéroes. De hecho, en DC estaban más felices que perdices.
Cuando James Gunn y Peter Safran fueron contratados como los dos nuevos hombres fuertes del universo cinematográfico de DC, su plan no era otro que el de cargarse gran parte de las sagas en marcha, con sus consiguientes actores. Ezra Miller y Flash no iban a ser una excepción, pero cuando se vio el resultado de la película dirigida por Andy Muschietti, las expectativas se disparaban. Incluso se filtraba que ya había luz verde para una segunda entrega de Flash.
Pero las cosas han ido cambiando radicalmente en los últimos días. El recibimiento que la crítica hacía de Flash no era demasiado entusiasta. Y la actitud del público no ha sido muy distinta. Una recaudación bastante pobre que, a día de hoy, deja claro que prácticamente ni se recuperará la inversión. Nadie contaba con semejante sopapo en taquilla. Una situación que ha provocado que en el seno de DC se disparan las dudas, hasta el punto de que hoy lo improbable parece ser que veamos una secuela de Flash.