Nos las prometíamos muy felices, pero todo ha salido francamente mal. Durante un par de años veníamos escuchando cosas de lo más sugerentes alrededor de The Black Demon, la que se presentaba como la película más ambiciosa de la historia del cine de tiburones. De hecho, se nos había prometido al escualo más grande jamás visto. Y hay que reconocer que el bicho es de proporciones épicas, pero todo lo demás resulta cutre a niveles difíciles de explicar.
Paul Sturges (Josh Lucas) es un trabajador de una empresa petrolífera que decide aprovechar sus idílicas vacaciones familiares en la bahía azul de México para hacer una inspección rutinaria de una plataforma ubicada en medio del océano. Lo que a priori parecía una tarea sencilla se convierte en una auténtica pesadilla al encontrarse cara a cara con un descomunal megalodón obsesionado con proteger su territorio a toda costa. Una criatura descomunal. Abandonados a su suerte, y con la constante amenaza de ser devorados, la familia deberá encontrar el modo de regresar a tierra firme evitando los ataques mortales del enorme tiburón.
Con ese argumento llega a nuestras salas este mismo viernes 6 de julio The Black Demon (Tiburón Negro se ha llamado por aquí), una cinta de la que veníamos hablando un montón, pero que resulta demasiado cutre incluso para los fans más acérrimos del cine de tiburones. Este no le dura a Jason Statham ni cinco minutos.