La cosa no ha podido salir peor. Cada año, asistimos al lanzamiento de películas precedidas de enorme expectación, pero que terminan estrellándose de manera estrepitosa. Algunas veces todo se debe a falta de conexión con el gran público, pero en otras ocasiones el problema es que son rematadamente malas. Algo que queda perfectamente ejemplificado con la reciente Tiburón Negro.
Habíamos pasado meses y meses escuchando hablar de ella. Tiburón Negro prometía ser una superproducción con el mayor escuela de la historia de la cine. Evidentemente, nunca hubo la sensación de que fuésemos a encontrarnos con la próxima ganadora del Oscar, pero todo lo que rodeaba a la cinta protagonizada por Josh Lucas hacía pensar en una trepidante gamberrada que se convirtiese en una de las grandes sorpresas de este 2023. Algo que no ha pasado precisamente.
Paul Sturges (Josh Lucas), trabajador de una empresa petrolífera, aprovecha sus idílicas vacaciones familiares en la bahía azul de México para hacer una inspección rutinaria de una plataforma ubicada en medio del océano. Lo que prometía ser una tarea sencilla se convierte en una auténtica pesadilla al encontrarse cara a cara con un sanguinario megalodón obsesionado con proteger su territorio a toda costa. Abandonados a su suerte, y con la constante amenaza de ser devorados, la familia deberá encontrar el modo de regresar a tierra firme evitando los ataques mortales del enorme tiburón.
Tiburón Negro ya se ha convertido en una firme aspirante en alzarse con el título de peor película de 2023. Ridícula, cutre, reiterativa y aburrida, la cinta es incapaz de mantenerse a flote en ninguno de sus 100 minutos de duración. Un horror difícil de describir y que llegaba a las salas de cine de nuestro país la pasada semana para confirmar los peores augurios. Horrible.