Es el momento de poner las cosas en su sitio. Partamos de la base de que eso de dibujar una imagen para los grandes productores como villanos es ridícula. Esto del cine es algo maravilloso que sucede por la convergencia de unas cuantas personas aportando su parte necesaria. Sin embargo, históricamente siempre ha existido un cierto desprecio al trabajo de los guionistas y es el momento de que, no solo en Hollywood, sino en todo el mundo, los autores empiecen a poner las cosas en su sitio.
Sin un libreto no hay una historia. Sin un buen guion, no hay una buena película. Toca que esa oleada reivindicativa de Estados Unidos (da gusto ver su unión) se filtre por Europa, donde las condiciones son todavía peores. Ahora, a las muchas amenazas a las que siempre se han visto sometidos los creadores, se suma la de la IA. Los productores han encontrado una oportunidad ideal para prescindir progresivamente de los guionistas en el panorama que ofrecen la Inteligencia Artificial. Da la sensación de que buscan conseguir lo que siempre han querido: prescindir de los guionistas. Algo inaceptable.
Hablando con un especialista en IA, sus palabras fueron “la IA, al menos a corto plazo, no va a poder sustituir a las grandes creaciones. Sin embargo, la mediocridad sí la puede igualar o incluso superar”. Básicamente, que venía a decir era que la IA no va a conseguir desarrollar hoy un guion como el de Casablanca, pero sí el de una película común y sin grandes pretensiones. El problema es que no se puede acotar el espacio de los guionistas a las absolutas obras maestras. De esa forma podrían vivir de la industria el 0,01% de los profesionales que se dedican a ella.
Ante semejante panorama en el que no se deja espacio al ser humano ni en un terreno creativo, cada vez serán menos los que decidan dedicarse al mundo del guion y la calidad artística global se irá deteriorando poco a poco hasta morir. Eso, por no hablar del coste humano que supone pensar en que los centenares de miles de personas que se dedican al mundo del libreto se queden sin trabajo. Así, toca decirlo cada vez más alto y claro: Ni un paso atrás.