Hay películas a las que se les pone cara de Oscar muy pronto. Ya en verano las empieza a rodear un aura de “premiables” que es difícil sacudirse. De hecho, algunas nacen ya marcadas a tal fin. Y si crítica y público las bendicen, pues sus posibilidades ya se multiplican a lo grande. Si no, que le pregunten a Oppenheimer.
Christopher Nolan lleva mucho tiempo rondando el Oscar y tiene toda la pinta de que esta vez puede ser la buena. Quedan todavía como ocho meses para que se despliegue la alfombra roja (o blanca, o del color que la pongan este año), pero ya parece claro que Oppenheimer será la rival a batir. La cinta está gustando muchísimo. Todos están rendidos a ella y en la Academia hay cierta sensación de deuda con Nolan. Demasiados puntos a favor.
Efectivamente, la carrera por hacerse con el próximo Oscar ha comenzado, pero que Nolan no se confíe demasiado, porque nuestro queridísimo Martin Scorsese es pequeñito y se le puede colar por cualquier lado para adelantarle con Los asesinatos de la luna. Va a ser un duelo memorable.