Hoy es casi una reliquia del cine de los 80 y los 90. Cierto es que el nombre de Steven Seagal todavía resuena, pero su presente dista mucho del de gran estrella de la industria. Hubo un tiempo en el que el actor tenía toda la pinta y hacerse un hueco en la batalla entre Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger en unos días en los que el cine de acción lo petaba. De hecho, tenía todas las papeletas para arrasar, pero algo se torció.
Fueron varios éxitos de taquilla realmente poderosos y seguidos. A pesar de que Steven Seagal inicio su carrera cinematográfica de forma bastante tardía (a los 36 años), el experto en artes marciales le entró en gracia al gran público. Por encima de la ley, Difícil de matar, Buscando justicia, Señalado por la muerte… Cada película que protagonizaba el intérprete resultaba un descomunal éxito de taquilla. Así hasta llegar a Alerta máxima, una cinta que lo petaba en salas.
Visto lo visto, en Warner decidían adelantarse a la competencia y firmar un contrato de exclusividad con el actor. Poco podía imaginar que la jugada les iba a salir rana. Y es que Steven Seagal no estaba dispuesto a poner las cosas nada fáciles.
Eran muchos los problemas generaba el carácter del actor. Altivo en sus formas y con unos aires de estrella inaceptables, poco a poco se iba granjeando una fama nada positiva dentro del sector. Para colmo, todos los proyectos con él resultaban francamente difíciles de levantar por las trabas que ponía. En cualquier caso, se le acepto En tierra peligrosa, una película que quería dirigir desde hace tiempo este se convertirá en su primer batacazo en taquilla.
A pesar de ello, en Warner decidieron seguir confiando en Steven Seagal. Alerta máxima 2 debía ser su redención, pero la película también se estrellaba en los cines. El actor empezaba a generar cierta antipatía ante la imposibilidad de ocultar todas las demandas por acoso sexual que llegaban contra él. Pocos hablaban bien de Steven Seagal, un actor que ya tenía su fama de problemático instaurada.
Poco a poco la estrella de Steven Seagal se iba apagando. Warner dejaba que su contrato expirase y, con la llegada del nuevo milenio, el intérprete veía como sus película se convertían en carne de televisión y Serie B. Así moría la carrera de un tipo destinado a reinar, pero que caía víctima de sí mismo.
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