Hablar tan categóricamente en un arte como es el cine siempre resulta arriesgado. Lo que pasa es que en Alucine somos unos sinvergüenzas y unos inconscientes, que nos atrevemos incluso a lanzar proclamas del calibre del título de este artículo. De lo que estamos seguros es de que, a pesar de que existirán discrepancias de gustos, nadie se atreverá a discutir el rango de obra maestra que tiene El Verdugo, la que no hemos dudado en considerar como la mejor película española de la historia.
Ningún creativo hilaba tan fino como Luis García Berlanga. El enorme director unía su talento al de Rafael Azcona para sacarse de la manga una película audaz a niveles difíciles de describir y cargada de mala baba. Una brillante sátira que hoy todavía nos sigue impactando por su arrolladora inteligencia.
José Luis, es el empleado de una funeraria, pero que quiere emigrar a Alemania para convertirse en mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Y ahí empiezan los problemas para el pobre José Lucis. Ante la acuciante falta de dinero de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite esa plaza que él va a dejar vacante. De aceptarla, le daría derecho a una vivienda. José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer el oficio, pero claro…
El verdugo sacaba a relucir, con habilidad inusitada, todas las vergüenzas de la sociedad de la época. La España de 1960 deconstruida con habilidad disfrazando todo de comedia ligera para decir cuatro verdades de las buenas. Si a ello le añadimos talentos tan arrolladores como los de José Isbert, Nino Manfredi, Emma Penella o José Luis López Vázquez… ¿Qué podía salir mal?
Luis García Berlanga colándose por los recovecos de la censura para ofrecernos una película que, más de sesenta años después, sigue impresionando en su arrolladora modernidad. Mil veces la veremos y mil veces nos emocionaremos, Porque El Verdugo es un golpe al mentón en plena carcajada.