Ya sabemos que es habitual que Netflix estrene churros de película. Pero esto es un churro, churro. En la plataforma de streaming decidían apostar por una producción de terror llamada a petarlo. Una producción española titulada El club de los lectores criminales que llegaba a nuestras vidas con su dosis de slasher. Lo malo es que la cosa ha quedado en una nueva ensalada de lugares comunes que, para colmo, empeora sustancialmente todo lo que imita.
Después de ser cómplices de una broma de disfraces que acaba en un accidente mortal, un grupo de jóvenes hace un pacto de silencio. Lo malo es que las cosas se pondrán bastante feas cuando empiezan a verse amenazados por un escritor anónimo que pretende revelar su oscuro secreto. La intención del mismo es publicar en redes sociales una sangrienta novela basada en ellos. En cada uno de sus capítulos morirá uno de los jóvenes. Así, desconfiando unos de otros, empezará una lucha dentro del campus universitario por no ser la próxima víctima.
Con ese argumento El club de los lectores criminales no debía estar nada mal, pero lo está. El slasher adolescente no ofrece nada que merezca la pena. La adaptación de la novela de Carlos García Miranda queda lejos incluso de lograr el humilde objetivo del entretenimiento. Fallida apuesta de Netflix para terminar el mes de agosto.