Hay veces que crítica y público van por caminos bien distintos. Pese a que lo habitual es encontrar cierta sintonía entre la prensa especializada y los soberanos espectadores, la realidad es que hay veces que se generan grandes luchas. Si no, que le pregunten a Michael Bay.
Caso de lo más interesante. El bueno de Michael se marcaba un filme apaleado por la crítica. Hasta un 60% de la prensa especializada le regalaba una bofetada a un filme que se llevaba 554 millones de la taquilla mundial. Lo realmente curioso es que, lejos de considerarse mala, el público ha convertido al filme de Bruce Willis en una de las piezas abanderadas del cine de entretenimiento. Armageddon siempre divierte.
Un asteroide del tamaño del estado de Tejas apunta directamente hacia la Tierra. Los expertos de la NASA tan sólo encuentran una posible solución: enviar a un equipo de astronautas al espacio para que destruya el meteorito antes de que colisione con nuestro planeta. Para ello recurren a Harry S. Stamper, el mayor experto en perforaciones petrolíferas, y a su cualificado equipo de perforadores, para que aterricen en la superficie del asteroide, lo perforen e introduzcan un dispositivo nuclear que al estallar consiga desviar su trayectoria y poder salvar el planeta, evitando así el Armageddon.
Desgraciadamente, el cine de catástrofes parece partir con la guerra perdida siempre. Puede que la crítica deba empezar a valorar que si una cinta nace con el mero objetivo de hacerlo pasar en grande y lo consigue es perfecta.