Eres un actor de renombre y estás tan feliz en tu casa. Te llega entonces un proyecto que tu crees firmado por uno de los grandes talentos de la industria, lanzándote de lleno a firmar un contrato para ponerte a sus órdenes. Sin embargo, cuando empiezas a trabajar, resulta que todo es un horror y que la confusión de nombres te ha jugado una mala pasada. Eso es lo que le pasó a nuestro queridísimo Bill Murray con Garfield.
Nuestro querido Bill solo prestaba su voz al personaje, pero acabó por sentirse ridículo con cada línea de texto que le tocaba pronunciar. El propio Bill Murray explicaba así los motivos que le llevaron a aceptar tan horrible trabajo:“Creí que el guión era de los hermanos Coen, pero resulto que simplemente el guionista de Garfield también se llamaba Joel Coen. Cuando lo descubrí ya era tarde y me limité a asumir esos diálogos cada vez peores.”
Todos los que se preguntaban cómo Bill Murray se había sumado a tan lamentable película, aquí tienen la respuesta. Cualquiera podría imaginar que fue una cuestión de dinero, pero la realidad es que el viejo Bill es un tipo realmente selectivo con sus papeles y no se mete en cualquier sitio. Todavía se arrepiente de no haberse asegurado de la identidad del guionista…