Nadie se imaginaba que estaban a punto de hacer saltar por los aires el mundo del cine. Robert Downey Jr. venía de una época complicada. El sensacional actor llevaba muchos años con serios problemas con las drogas y el alcohol. De hecho, su relación con la justicia tampoco era demasiado buena. Sin embargo, llevaba un tiempo “limpio” y estaba empeñado en volver a lo mas alto de la industria. Talento no le faltaba, pero hacerse un hueco de nuevo en lo más alto no iba a ser tarea sencilla.
Así, en un tiempo en el que el cine de superhéroes no gozaba de demasiado prestigio, el actor decidía lanzarse a por el papel de Iron Man, la cinta que Marvel estaba preparando. Un personaje arriesgado, que bien podría haber enterrado todas sus opciones de resurrección cinematográfica. Por suerte, la jugada le salió bien, algo que todavía celebramos.
Efectivamente, cuando el bueno de Robert Downey Jr. comenzó su audición, todos se dieron cuenta muy pronto de que tenían delante al tipo ideal para meterse en la piel de Tony Stark. De hecho, no podían haber soñado una opción mejor. El intérprete parecía nacido para dar vida al genial personaje. Los responsables del casting no dudaban en apostar por Robert Downey Jr. arrancando la edad dorada del Universo Cinematográfico de Marvel y una etapa de casi quince años que convertiría al genial actor en la estrella más cotizada de Hollywood. Un camino que comenzaba con un solo paso que era este que aquí os dejamos.