Cada película en la que aparecía su nombre se convertía en todo un éxito. Rick Moranis era uno de esos rostros que, todavía a día de hoy, muchas generaciones de cinéfilos tenemos en nuestras retinas. Este menudo canadiense (sólo medía 1,55 m) se colaba en el mundo del cine gracias a un aspecto de perdedor que cincelaba con su enorme talento para la comedia. Los 80 estaban comenzando y el cine de los siguientes 15 años no habría sido lo mismo sin él.
Calles de Fuego, Los Cazafantasmas, La tienda de los horrores, La loca historia de las galaxias (Spaceballs), Cariño, he encogido a los niños… No había comedia que se preciase en la que no nos encontrásemos con Rick Moranis. Los 90 estaban comenzando y todo parecía seguir igual, pero un dramático acontecimiento marcaría para siempre la carrera del actor.
En 1991, un cáncer de mama acababa con la vida de su amada esposa, Ann Moranis. Por aquel entonces, la pareja tenía dos niños pequeños que, tras el fallecimiento de la mujer, pasarían a convertirse en el centro absoluto de su vida. El bueno de Rick comenzaba a reducir el número de proyectos de su agenda. A penas Los Picapiedra o Pequeños gigantes lograban rescatar a un intérprete que, en 1997, decidía tomarse unas vacaciones cinematográficas que todavía duran.
Doblajes, publicidad, trabajos en prenda, discos… Rick Moranis se ha dedicado durante todo este tiempo a trabajar lo suficiente como para criar a sus hijos sin agobios económicos, pero nunca sacrificando su tiempo con ellos.
Después de todo este tiempo y con su hijos ya mayorcitos, el actor ha manifestado su intención de buscar un guion que vuelva a llevarle al cine. Ojalá sea cierto. Su retorno a a las salas de cine se está fraguando con el ‘reboot’ de Cariño, he encogido a los niños. Sería una gran noticia.