Parecía que nunca iba a llegar el día. Después de incontables retrasos y devolver a rodaje una y otra vez, Aquaman y el reino perdido aterriza hoy en las salas de cine de nuestro país. La película protagonizada por Jason Momoa no llega precisamente precedida por un enorme interés. Y es que a lo largo de su campaña promocional se hacía patente el desapego de los millones de fans hacia un universo cinematográfico DC ya caduco, que lanza la última película de su era pasada.
Aquaman y el reino perdido es el peaje final pagado por James Gunn y Peter Safran antes de empezar a ejecutar sus ambiciosos planes de cara a 2025. Desde que DC apostarse por ellos para convertirse en los hombres fuertes de la compañía, han tenido que comerse los lanzamientos de cintas ya rodadas. Desde ahora, tanto los proyectos como la plantilla de estrellas cambiarán de forma radical.
Desgraciadamente, Aquaman y el reino perdido todavía promete causar otro agujero en las finanzas de Warner. Después de que la primera entrega se convirtiese en la película más exitosa de todo el universo cinematográfico DC, esta apunta a fracaso económico de proporciones épicas. Y a nadie le extrañaría, a que la película es fallida a todos los niveles. El caos resulta constante en una cinta de diálogos que rozan lo ridículo y un argumento completamente irrelevante. Un churro de película para cerrar el año negro de las superproducciones cinematográficas.
¿De qué va Aquaman y el Reino perdido?
Black Manta sigue la mar de enfadado. Aún empeñado en vengar la muerte de su padre, tratará de derrotar a Aquaman de una vez por todas. Para ello recurrirá al poder del mítico Tridente Negro, que desata una fuerza antigua y malévola. Para enfrentarse a él, Aquaman recurrirá a su hermano encarcelado Orm, el ex rey de la Atlántida. Juntos forjarán una improbable alianza.