Las expectativas eran altísimas, pero la cosa no podría haber salido peor. Cada vez que Michael Mann se pone tras las cámaras, las expectativas de todo cinéfilo se disparan y es que hablamos del responsable de El último mohicano, Heat o Alí. Uno de los mejores directores de las últimas décadas. Así, su proyecto de Ferrari tenía todos los argumentos para petarlo. Algo que ha quedado muy lejos de suceder.
Verano de 1957. El expiloto de carreras Enzo Ferrari está en crisis. La bancarrota acecha a la empresa que él y su esposa, Laura, construyeron de la nada diez años atrás. Su tormentoso matrimonio se encuentra en medio de una gran crisis, mientras lidian con la muerte de su hijo. En esta crucial etapa, Ferrari tomará decisiones arriesgadas apostándolo todo en una única carrera que atraviesa 1.000 millas a lo largo de toda Italia: la Mille Miglia.
Con ese argumento se presentaba una película protagonizada por Adam Driver y nuestra Penélope Cruz. Pero Ferrari ya empezaba a dar muestras de debilidad con las valoraciones de la prensa especializada. Eso sí, su 72% de críticas positivas quedaba lejos de convertirla en un desastre. Sin embargo, el gran público no ha tenido clemencia.
Ferrari se dejaba 95 millones de dólares en la producción. Una cifra a la que tenían que sumarse otros 40 en concepto de marketing. Pero lo de su recaudación en taquilla está siendo todo un drama. Con una vida comercial ya corta, sus dos primeras semanas en los cines de medio mundo (USA incluido) han dejado claro que estamos ante el primer batacazo del año. La película supera con problemas los 30 millones de dólares. Una cantidad raquítica para una cinta que va a arrojar un saldo negativo escalofriante. En España tendremos que esperar hasta el próximo 9 de febrero para ver si la salvamos de la quema, pero mal pinta el asunto.
Driver es un pésimo actor además de no tener presencia, no sé qué ganas de ponerlo en pelis