¿Os acordáis de Suddenly? En el año 2021, justo después del pico de la pandemia de coronavirus, un proyecto empezaba a generar titulares. Thomas Bidegain, autor del libreto de Un profeta, se ponía al frente de una película que contaba con una pareja protagonista espectacular. Jake Gyllenhaal y Vanessa Kirby se plantaban en Islandia para el rodaje de la adaptación de la novela Soudain Seuls, de Isabelle Autissier. La misma nos acercaba a la historia de una pareja que sobrevive en una isla inhóspita. Perfecto caldo de cultivo para una producción que, en cuestión de días, se convertía en un desastre.
Estamos en otoño de 2021. Jake Gyllenhaal no podría estar más entusiasmado con Suddenly. Todo el equipo se plantaba en Islandia para arrancar un proyecto que tenía un presupuesto de 26 millones de dólares. El actor incluso decide entrar como productor. Pero las cosas empezaban a torcerse desde el minuto uno, tal y como se relata en el artículo publicado al respecto por la revista francesa Technikart. Gyllenhaal exigía desplazarse en avión para evitar cualquier riesgo de contraer coronavirus. A su llegada a Islandia, pedía un coche que en ningún caso podía ser blanco o rojo. Una excentricidad de un intérprete qué no se cortaba un pelo a la hora de exigir cambios en el guion.
“Había cosas un poco humillante, pero me dije a mí mismo que podría ser para que perder la timidez entre ellos”. Con esas palabras describe el director Thomas Bidegain los primeros ensayos con los protagonistas. Cuando Jake Gyllenhaal y Vanessa Kirby leían el guion, lo hacían de Pepe le Pew, la mofeta de Looney Tunes. Nuevas exigencias de cambios en el guion y amenazas de abandonar el proyecto en caso de no implementarlos. Al mismo tiempo, Vanessa Kirby pidiendo que el personaje de Gyllenhaal muera al final, para que sea una película feminista y no tan edulcorada.
Todas las situaciones parecen realmente surrealistas, pero la cosa incluso se complica al escuchar un discurso de Greta Thunberg. Emocionado, el actor pide entonces que la película pase a ser una historia de amor a la naturaleza. Tres días en Islandia llevaban a esas alturas y el equipo empezaba a hartarse de un actor que, de repente, sentía que tenía que contactar con el océano y se bañaba en las aguas heladas.
Llegaba así el cuarto día en Islandia, que se convertiría en el último. Jake Gyllenhaal pide entonces que un grupo de constructores que llegaba para levantar un decorado durmiese en sus coches, ya que consideraba que eso era lo correcto de cara a evitar contactos con gente ajena y riesgos de contagios por coronavirus. Todo esto, en el otoño de Islandia. Ante la negativa de la producción, el actor amenazaba con abandonar el proyecto por enésima vez. Y precisamente ahí era cuando el director Thomas Bidegain le invitaba a hacerlo.
Evidentemente, la producción era cancelada. Y ahí es donde entraba Vanessa Kirby. La actriz trata de comprar el- para hacer la película con Jake Gyllenhaal y sin Thomas Bidegain. El guionista y director se niega en rotundo, y finalmente logra hacer realidad la película ya en francés y con Gilles Lellouche y Mélanie Thierry al frente. Una película que se estrenaba en Francia a finales del pasado año bajo el título de Soudain seuls, con el aplauso de la crítica.
En definitiva, las inaceptables actitudes de Jake Gyllenhaal se llevaban por delante Suddenly, una cinta que prometía ser de las más interesantes de su carrera. Surrealista todo.