Parece que fue ayer, pero en realidad han pasado más de 23 años desde el estreno de la primera entrega de la saga Destino Final. La premisa era más que original: un grupo de jóvenes se salvaba in extremis de un accidente de avión al tener uno de ellos una premonición sobre lo que iba a suceder. Más tarde, sería la propia muerte la encargada de darles caza uno por uno, saldando cuentas de una forma salvaje.
Su genialidad radicaba en el hecho de tratarse de un slasher en toda regla donde no había un asesino de carne y hueso. Ello, unido a un buen ritmo narrativo y algún que otro momento la mar de tenso, daba como resultado una película de culto para incontables fans del género.
Después del exitazo de la primera entrega, a Destino final le siguieron una serie de secuelas, algunas mejores que otras, pero con un argumento un tanto repetitivo que ya no sorprendía a nadie. Es por ello, que llevamos más de una década con la saga dormida indefinidamente… hasta ahora.
Destino final: Bloodlines es una realidad. Parece que la intención es la de revitalizar la saga y darle un enfoque moderno, como han hecho Scream, Saw y Evil dead). Por ahora, solo sabemos que se estrenará en algún momento del año 2025 en salas de cine, desechando la idea inicial de lanzarla directamente a plataformas.
Respecto al argumento, nos pondrá en los pies de una joven universitaria que será perseguida incesantemente por la muerte al haber sido su abuela la superviviente de un accidente en el que debía haber muerto 60 años atrás. Un poquito de cambio argumental parece que hay. Veremos si esta original premisa nos regala una experiencia a la altura de las expectativas o si Destino final: Bloodlines acaba convertida en otra decepción de la saga.