Parece que a todos se nos ha olvidado que ya existió una Dune. Ante el fenómeno en el que se ha convertido la adaptación de Denis Villeneuve, la versión de 1984 ha quedado opacada definitivamente. Un filme que nunca gozó de una existencia sencilla.
Efectivamente, a principios de la década de los ochenta, nuestro queridísimo David Lynch decidía lanzarse de lleno con la adaptación a la gran pantalla de la sensacional obra de Frank Herbert. Eran días en los que Star Wars lo petaba, de modo que lanzarse con otra gran obra de ciencia ficción parecía un negocio de lo más rentable. Nada más lejos de la realidad. Dune se dejaba un pastizal, para terminar convertida en una auténtica ruina de película.
No era un desastre, pero resultaba complicada y arriesgada. De hecho, es que las obras más flojas de David Lynch son como las mejores de la mayoría de directores. En cualquier caso, Dune no terminaba de conectar con el gran público. La película se dejaba a 42 millones de dólares en su desarrollo. Un gran presupuesto para aquellos días, pero que tan siquiera era recuperado. Dune terraza su andadura en las salas de cine de todo el planeta con un acumulado de algo menos de 31 millones de dólares. Fracaso en toda regla.
Con el tiempo, la Dune de 1984 iba convirtiéndose en una película de culto. Legiones de fans salían al rescate de un filme que no estaba nada mal. Una cinta que ahora vuelve a cobrar cierta repercusión aprovechando el fenómeno en el que se ha convertido la nueva Dune. No dejéis de ver la ochentera, porque era una joyita.