“No entiendo nada”, “es demasiado pretencioso”, “sus películas son una ida de pinza”… David Lynch siempre ha sido un tipo amado y odiado a partes iguales. El director y sus brillantes “extrañezas” son historia viva del cine, pero no faltan unos críticos cuyas bocas eran cerradas con una película paradigmática y brillante.
Argumento: El siglo XIX está llegando a su final. Es tiempo de grandes avances científicos y descubrimientos trascendentales. Es el momento de hombres como el doctor Frederick Treves (Anthony Hopkins), un respetado cirujano del Hospital de Londres. Lo curioso es que el destino le tiene preparada una sorpresa al doctor en el lugar que menos cabría imaginar: un circo.
Treves se encuentra en un circo victoriano con un hombre llamado John Merrick (John Hurt). Merrick es tan deforme que ha de cubrir su cuerpo con una capa y su cabeza con una capucha. El hombre es sometido a constantes tratos vejatorios y humillantes mientras es exhibido en el circo como una vulgar atracción, hasta que el doctor fija sus ojos en él y paga al dueño del circo para poder examinarlo y sacarlo de allí.
El rechazo que genera su apariencia provoca que ni las enfermeras quieran acercarse a él, pero poco a poco Merrick irá revelándose como un hombre sensible e inteligente para sorpresa de propios y extraños. El problema es que Merrick tiene que enfrentarse a un mundo en el que la apariencia lo es todo y su mera existencia supondrá una molestia para una sociedad implacable.
¿Por qué tengo que verla?: Habrá quien se asuste por el simple hecho de pronunciar el nombre de David Lynch. La merecida fama de transgresor que acompaña a Lynch como autor de Twin Peaks, Terciopelo azul o Cabeza borradora provoca una inmediata reflexión en el espectador: “esto no va a haber quien lo entienda”. Nada más lejos de la realidad. La infinita cultura cinematográfica del director y guionista le permite hacer cuanto quiera. Para intentar romper las leyes lo primero que hace falta es conocerlas y Lynch las conoce mejor que nadie, de ahí que en El hombre elefante camine por la línea del paradigma al más puro estilo clásico. En todo caso no deja de ser curioso como lejos de sus registros habituales, la mano de Lynch puede apreciarse de una manera serena en cada plano de la película.
Como volvería a mostrar años más tarde en Una historia verdadera, el director hace gala de una sensibilad y un pulso narrativo al alcance de muy pocos. Sobria, sombría y cruelmente hermosa, “El hombre elefante” se convierte en cinta de imprescindible visionado e inevitable disfrute. John Merrick (interpretado de forma grandiosa por John Hurt) pasa a ser de esta forma uno de los personajes más inolvidables que ha dado el cine. Tan desagradable en su apariencia como bello en su interior. Así es Merrick. Así es El hombre elefante.
La secuencia: Si una secuencia resulta asombrosa en El hombre elefante, esa es en la que Merrick se muestra ante el doctor Treves. Con una impresionante fotografía en blanco y negro y un plano en el que la cámara se acerca lentamente a Treves hasta acabar en un primer plano del doctor, todos podemos sentir la consternación del hombre en esa lágrima serena que resbala por su mejilla.
Esa mania de los “expertos” en inflar algo solo porque es raro. Una montaña de tonterias sin sentido se convierte en una obra de arte. Patetico y mediocre.