Sin lugar a dudas, la trilogía de El Señor de los Anillos es una de las obras cumbres de la historia del cine. A principios del nuevo milenio, el viaje de Frodo y compañía para destruir el Anillo Único se convertía en una experiencia cinematográfica incomparable. Conviene pasearse por la Tierra Media de vez en cuando para recordar el enorme trabajo de Peter Jackson.
En la Tierra Media, el Señor Oscuro Sauron ordenó a los Elfos que forjaran los Grandes Anillos de Poder. Tres para los reyes Elfos, siete para los Señores Enanos, y nueve para los Hombres Mortales. Pero Sauron también forjó, en secreto, el Anillo Único, que tiene el poder de esclavizar toda la Tierra Media. Con la ayuda de sus amigos y de valientes aliados, el joven hobbit Frodo emprende un peligroso viaje con la misión de destruir el Anillo Único. Pero el malvado Sauron ordena la persecución del grupo, compuesto por Frodo y sus leales amigos hobbits, un mago, un hombre, un elfo y un enano. La misión es casi suicida pero necesaria, pues si Sauron con su ejército de orcos lograra recuperar el Anillo, sería el final de la Tierra Media.
Así comenzaba una de las historias más míticas del cine (y la literatura). Nueve horas de metraje entre La comunidad del Anillo, Las dos torres y El retorno del rey. 17 Oscars era el balance de tres películas que se rodaban a la vez, a pesar de estrenarse en tres años distintos. ¿La inversión de para conseguir aquel espectáculo? Pues 281 millones de dólares.
Hoy, dos décadas después, Amazon Prime Video trabaja en el desarrollo de la segunda temporada de El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder, cuya trama tiene lugar varios siglos antes de los acontecimientos narrados en las películas. Una serie que invertía en su primera temporada 450 millones de dólares con el objetivo de hacernos olvidar aquel espectáculo. Y lo cierto es que poco ha lucido en comparación.