El tiempo es el mejor aliado de algunas películas. Resulta curioso pensar como algunas de las cintas hoy consideradas como obras maestras fueron en su día defenestradas por el gran público. Por suerte, el paso de los años ha servido en muchos casos para poner en la consideración adecuada filmes del calibre de El club de la lucha.
Un joven hastiado de su gris y monótona vida lucha contra el insomnio. En un viaje en avión conoce a un carismático vendedor de jabón que sostiene una teoría muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; sólo la autodestrucción hace que la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces fundar un club secreto de lucha, donde poder descargar sus frustaciones y su ira, que tendrá un éxito arrollador.
Con ese argumento se presentaba, allá por 1999, El club de la lucha. La película de David Fincher nos presentaba unas sátira brutal sobre la sociedad. Algo que no muchos fueron capaces de apreciar en su momento. Y es que la cinta protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton (ambos en estado de gracia) terminaba recaudando 37 millones de dólares después de haber costado 65.
Efectivamente, crítica y público se enseñaban a lo grande con El club de la lucha. Poco podían imaginarse que la película terminaría convertida en una de las grandes cintas de culto de la historia y una de las mejor valoradas del cine.