Crítica de La habitación de al lado

Almodóvar, ¿qué has hecho? Es como si hubiera agarrado su icónico Madrid colorido y dramático y lo hubiera empacado en una caja de mudanza para llevarlo a Nueva York, pero, en lugar de desatar su característico caos emocional, lo envolviera todo en una sobriedad casi invernal. La habitación de al lado es, sin duda, el Almodóvar más maduro y depurado que hemos visto hasta ahora, pero también el más contenido. Tilda Swinton y Julianne Moore son las protagonistas de este duelo emocional que, si bien promete mucho, en ocasiones se queda a medio gas.

La película aborda temas pesados con la ligereza que da la experiencia, como la eutanasia, la muerte y el peso de las decisiones pasadas. Y sí, en su base, todo esto suena fascinante y hasta aterrador, pero el guion, adaptado de la novela de Sigrid Nunez, se queda en la fina línea entre la introspección profunda y el bostezo existencial. Tilda y Julianne hacen lo que pueden, pero entre diálogos cargados de referencias filosóficas y momentos en los que parece que la cámara las adora tanto que no quiere moverse de sus caras, hay algo que no termina de encajar. Es como un café frío: esperas que despierte algo en ti, pero terminas recordando que deberías haberlo tomado más rápido.

Visualmente, claro, Almodóvar no decepciona. Los colores están ahí, más sutiles que nunca, con esa estética que transforma lo ordinario en simbólico, y la música de Alberto Iglesias flota sobre cada escena, quizás con demasiada frecuencia. Pero cuando una película necesita tanto de la banda sonora para transmitir emociones, sabes que algo anda mal en el guion.

Al final, La habitación de al lado es como esa cita que parecía prometedora pero que no deja de hablar del cambio climático y la eutanasia cuando tú solo querías un momento de ligera conexión humana. Tiene sus momentos, especialmente hacia el final, cuando Swinton y Moore encuentran por fin el tono justo, pero tarda demasiado en llegar a ese punto. Y cuando lo hace, te preguntas si mereció la pena todo el viaje.

Almodóvar nos ha dado una película madura, sí, pero a veces la madurez es aburrida. Si te gusta el cine que te hace reflexionar sobre la vida y la muerte mientras te preguntas si deberías haber pedido otro combo en el cine, esta es tu película. Para los demás, quizás esperen que cierre la puerta al final y encendamos las luces.

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