Aaron Taylor-Johnson, el británico conocido por saltar, correr y repartir mamporros en películas, hizo su debut en el circo mediático de ‘El Hormiguero’, donde fue recibido por un entusiasta Pablo Motos. Entre bromas y confesiones sobre tapas, entrenamientos infernales y su encuentro con un luchador de la UFC, el actor presentó ‘Kraven the Hunter’, la película que promete ser la carta de amor de Marvel a los antihéroes con tendencias homicidas. Ah, y Russell Crowe también aparece, por si alguien tenía dudas sobre el nivel de testosterona.
Taylor-Johnson no escatimó en elogios hacia España, llamando a las tapas su “comida favorita” (como si eso fuera sorpresa para alguien) y declarando a Madrid una de sus ciudades preferidas. Claro, dos días aquí y ya es un experto en gastronomía y cultura local. Además, tuvo tiempo para alabar a Ilia Topuria, quien lleva un tatuaje de Kraven en el pecho. Tal vez esa sea la verdadera promoción cruzada que Marvel necesitaba.
El actor también explicó cómo se convirtió en un villano que, al parecer, se gana la simpatía del público porque sólo mata a los que “se lo merecen”. Un detalle menor, pero que en el mundo de los superhéroes es casi una virtud. Para preparar el papel, pasó de comer tapas a cazar ciervos y convivir con conservacionistas, porque nada dice “entender a tu personaje” como alternar entre armas y animales en libertad.
Por si fuera poco, confesó que las escenas de acción le hicieron sudar, aunque asegura que todo fue seguro porque, obviamente, en el cine no hay margen para el caos. Aun así, ser arrastrado por un helicóptero sobre el Támesis suena más a locura que a entrenamiento estándar. Todo sea por el espectáculo.
Y en medio de todo esto, Taylor-Johnson también tuvo tiempo para hablar de su vida tranquila en una granja con su familia, caballos y hasta zorros. Eso sí, aclaró que, aunque su nombre suena para ser el próximo James Bond, prefiere mantener los pies en la tierra. A ver cuánto le dura la humildad si termina poniéndose el smoking de 007.