En un mundo donde las películas intentan ganar premios, emocionar al espectador y dejar un mensaje profundo sobre la vida, la sociedad o el amor, Monsternado llega, se quita la chaqueta, se sube a un tornado y grita: “¡Sujétame el cubata!”. Sí, amigos, hay cine de autor, hay blockbusters multimillonarios y luego está Monsternado, una joya del séptimo arte que no sabías que necesitabas en tu vida hasta que la ves.
Una trama… bueno, algo parecido a una trama
El título es un espólier, como en “la semilla del diablo”, aquí lo que tenemos es un tornado y monstruos ¿te lo esperabas?. Gente gritando. Explosiones sin motivo aparente. Más monstruos. Más tornados. Y, por supuesto, un protagonista con mirada intensa que parece decir en cada escena: “Esto no es lo que soñé cuando me gradué en la escuela de actuación.”
La historia, si podemos llamarla así, es un derroche de creatividad… o quizás de noches sin dormir y litros de café barato. Da igual. Aquí nadie vino a buscar lógica.
Efectos especiales que… existen
¿Te gustan los efectos especiales? Bueno, digamos que Monsternado tiene afectos especiales. CGI de bajo presupuesto, explosiones que parecen sacadas de un tutorial de YouTube para principiantes y monstruos que parecen haber sido renderizados en una calculadora científica. Pero, ¿no es eso lo que la hace entrañable? Cada fotograma es un homenaje al “bueno, esto es lo que hay”.
Actuaciones que podrían ganar… algo
Los actores de Monsternado merecen reconocimiento. No un Oscar, ni siquiera un Globo de Oro, pero tal vez un “Premio al valor cinematográfico”. Porque se necesita coraje, amigos, para decir frases como: “¡Ese tornado tiene dientes!” con total seriedad y sin que te tiemble el párpado. Ellos lo dieron todo. Fueron al límite. Nos miraron directamente a los ojos desde la pantalla y nos dijeron: “Yo también tengo que pagar facturas.”
¿Por qué hay que verla?
Porque la vida ya es demasiado seria. Porque necesitamos recordar que el cine, a veces, no necesita grandes discursos ni guiones llenos de significado. Porque Monsternado es el equivalente cinematográfico a una hamburguesa grasienta a las tres de la mañana: no es elegante, no es refinada, pero, maldita sea, sabe bien.
Hay que verla porque en un mundo donde todo parece estar controlado por algoritmos y estadísticas, una película como esta grita: “¡Al diablo con todo, pongamos monstruos en un tornado y veamos qué pasa!” Y, al final, no es eso lo que todos necesitamos de vez en cuando: un buen desastre absurdo que nos saque una carcajada.
Así que sí, ponte cómodo, prepara palomitas, apaga tu sentido común y deja que Monsternado te lleve en su épico torbellino de monstruos, diálogos imposibles y efectos visuales que parecen sacados de un videojuego de 1998. Porque si algo nos enseña esta película es que, a veces, lo único que hace falta para ser feliz es un tornado lleno de monstruos.