¿Qué significa realmente un corazón morado? La clave del thriller “Adolescencia”

Cuando creíamos que lo habíamos visto todo en el género true crime, Netflix nos lanza a la cara Adolescencia, una serie que nos deja con la boca abierta y mirando de reojo cada vez que alguien nos envía un emoji. ¿Un corazón? ¿Un 100? Cuidado. Tal vez estén diciéndote algo muy distinto de lo que crees. Y sí, puede que estés en el punto de mira de la machosfera y no lo sepas.

En Adolescencia, Owen Cooper da vida a Jamie, un chaval de apenas 13 años que es arrestado por el asesinato de su compañera de instituto, Katie. Lo que parecía un trágico caso de violencia escolar se convierte en un rompecabezas digital cuando el inspector Luke Bascome (Ashley Walters) empieza a tirar del hilo. Un hilo hecho de emojis, Instagram y un lenguaje secreto que pone los pelos de punta.

En el segundo episodio, Bascome charla con su hijo Adam, quien se convierte en la clave para entender lo que estaba pasando entre Katie y Jamie en redes. Porque no, no todo era lo que parecía. Esos mensajes llenos de emojis supuestamente inocentes ocultaban un código incel, término que aquí no es solo un insulto de internet, sino una advertencia velada. Katie le lanzaba a Jamie frases edulcoradas que, al descifrar su significado, resultan ser golpes bajos: la pastilla roja, el emoji del 100, la dinamita… Todos ellos señalando a Jamie como un incel condenado a la virginidad eterna, a ojos de una comunidad online que predica la misoginia como religión.

Adam explica con precisión quirúrgica cómo cada emoji es un puñal disfrazado de carita simpática. La píldora rojarepresenta la aceptación amarga de la “verdad” según la machosfera: que los hombres como Jamie están destinados al rechazo de las mujeres. El emoji del 100, aparentemente inofensivo, hace alusión a la famosa (y preocupante) “regla del 80/20”, que asegura que el 80% de las mujeres solo se fijan en el 20% de los hombres. Un caldo de cultivo para el resentimiento.

Y la cosa no acaba ahí. El universo emoji de Adolescencia es una mina de doble sentido. Los corazones de colores, que en cualquier otra conversación serían inofensivos, aquí se convierten en mensajes cifrados: el rojo es amor, el morado es deseo sexual, el rosa señala interés emocional pero sin sexo, el naranja es un “todo irá bien”. Nada es lo que parece en esta jungla de iconos que Jamie navegaba sin saber, o quizás sí, las consecuencias de cada mensaje.

La serie, con su tono oscuro y reflexivo, mete el dedo en la llaga sobre el crecimiento de la machosfera y cómo la radicalización puede llegar a jóvenes vulnerables a través de los rincones menos sospechosos de internet. Andrew Tate es citado como el gurú supremo de esta corriente, y la serie no escatima en mostrar cómo estos discursos envenenan a quienes se sienten rechazados por el sistema.

Pero Adolescencia va más allá y abre un melón inquietante: ¿y si los emojis también son herramientas para otros delitos? Aunque no se explora en la serie, en 2023 la Policía de Surrey advirtió a los padres de cómo ciertos iconos son usados para traficar con drogas. Desde el caballo para referirse a la ketamina hasta el copo de nieve como sinónimo de cocaína. Y si alguna vez has recibido un melocotón o una berenjena, ya sabes que no te estaban invitando a una ensalada de frutas.

En definitiva, esta serie de Netflix no solo es un thriller juvenil más. Es un reflejo incómodo de la realidad digital que viven muchos adolescentes, donde cada emoji puede esconder un mensaje peligroso y donde el lenguaje de las redes sociales se convierte en un arma de doble filo.

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