Disney ha decidido desenredar sus planes. Literalmente. El ambicioso remake en acción real de Enredados, que prometía devolvernos a Rapunzel en carne y hueso, ha sido pausado indefinidamente, y no por culpa de las brujas. La noticia, que ha pillado por sorpresa a muchos fans del clásico moderno de 2010, se inscribe dentro de una reconfiguración más amplia en el corazón de la maquinaria creativa de la Casa del Ratón. ¿El culpable más inmediato? Blanca Nieves y su batacazo de taquilla.
¿Por qué ha parado Disney el live action de Enredados?
Según fuentes internas, el proyecto —que ya estaba en desarrollo activo y con nombres importantes vinculados— ha sido suspendido en seco como parte de una revisión profunda del departamento de películas en acción real. La productora Daria Cercek, recientemente nombrada jefa del área, ha llegado con tijeras afiladas y un nuevo enfoque: menos nostalgia automática y más cálculo de riesgo. El resultado: se priorizan los títulos que garantizan respaldo comercial inmediato… y Enredados no ha pasado el corte.
Este tipo de pausas no son infrecuentes, pero la simbología es fuerte. El remake de Enredados se consideraba una de las apuestas seguras de Disney: una historia reciente, con tirón entre el público joven y una banda sonora que aún resuena en bodas, TikTok y fiestas de disfraces. Sin embargo, el inesperado fracaso de Blanca Nieves ha hecho saltar las alarmas, y Disney ha decidido no arriesgar ni un mechón de pelo.
Lo que pudo haber sido: un musical moderno con aroma de cuento clásico
La película iba a estar dirigida por Michael Gracey, el responsable de The Greatest Showman, y escrita por Jennifer Kaytin Robinson, con experiencia en combinar humor y drama en clave pop (Thor: Love and Thunder, Do Revenge). El tono prometía ser más maduro pero lleno de color, con una estética a medio camino entre los Hermanos Grimm y la animación de 2010. El casting aún no era oficial, pero se buscaba una actriz joven, con voz potente y carisma de sobra. Vamos, una nueva estrella Disney en potencia.
El efecto dominó de Blanca Nieves
Y aquí llega el elefante con manzana envenenada en la habitación. El estreno de Blanca Nieves ha sido, sin paños calientes, una catástrofe comercial y de imagen. Con un presupuesto colosal de 270 millones de dólares (inflado por las huelgas de 2023), la película apenas recuperó 145 millones en taquilla mundial. La crítica fue tibia, el público aún más, y las redes sociales… directamente abrasadoras.
Desde el casting hasta la reescritura del cuento, pasando por las incendiarias declaraciones de su protagonista, Rachel Zegler, el film acabó convertiéndose en un símbolo de lo que no quiere el espectador: reinterpretaciones sin alma ni cariño por el original. Y si esto le pasa a Blanca Nieves, ¿qué podría ocurrir con Enredados, cuyo recuerdo animado aún está fresco y accesible en Disney+?
Un cambio de rumbo más que un final
Disney no ha dicho que el proyecto esté cancelado, pero la pausa indefinida suena mucho a “dejad el cepillo de pelo donde estaba”. Mientras otros live action siguen adelante (Moana, con secuela animada de por medio, o Lilo & Stitch, que ha logrado entusiasmar al fandom más nostálgico), Enredados se convierte en la primera gran baja de esta nueva etapa de cautela en la compañía.
La lección parece clara: no basta con tener una princesa, una torre y un camaleón graciosete. En esta nueva fase, Disney quiere evitar más caídas desde lo alto… incluso si eso implica dejar a Rapunzel esperando.