Si pensabais pasarme a verte del bueno, ya os garantizamos que no vais a mirar debajo de la cama antes de acostaros. No es extraño encontrarse un torrente de buenas ideas que acaba en un cenagal. Porque precisamente intenciones nobles son las que sobran. Convertirlas en noble película pues tema diferente. Los ancianos es un magnífico ejemplo de ello.
Una mujer vuelve a su pueblo natal con sus dos hijos para asistir a la boda de su hermana, pero la celebración se ve interrumpida por unos ancianos sedientos de sangre. Los yayos están completamente asalvajados en la película alemana con la que Andy Fetscher pretendía darnos una buena ración de sustos a la par que poner de manifiesto ciertas preocupaciones alrededor de la tercera edad. Desgraciadamente, ni una cosa ni la otra.
Los 100 minutos de metraje de Los Ancianos se convierte en una experiencia poco memorable, por no decir otra cosa. Son suficientes las primeras escenas para darnos cuenta de que vamos a asistir a un ejercicio cinematográfico plano y repetitivo hasta niveles preocupantes. Todo deja de ser interesante demasiado pronto.
A pesar de que está funcionando bastante bien a nivel visualizaciones, la realidad es que Los Ancianos es una de las cintas más pobres de Netflix y una de las mayores decepciones de los últimos meses. Lástima.