Ni esforzándose les habría salido una cosa peor. Hace unos meses, todos nos poníamos en alerta al conocer qué Manolo Caro (La casa de las flores) reclutaba al mismísimo Sebastián Yatra para el desarrollo de una serie de televisión. El proyecto desprendía el inequívoco aroma del éxito. Con lo que nadie contaba era con que estuviésemos a punto de asistir al lanzamiento de uno de los mayores desastres televisivos de la historia de Netflix.
Bajo el título de Érase una vez…pero ya no, lo que nos encontrábamos era con una comedia romántica musical terrible. Seis episodios de los que poco o nada se salvaba. La serie nos acercaban a la historia de dos amantes que fueron separados trágicamente y que deben encontrarse en otra vida para romper el hechizo que cayó sobre el excéntrico pueblo que habitan. Ya en el presente, la llegada de dos turistas pone en riesgo la única posibilidad que tienen de romper el hechizo. Horror.
Érase una vez…pero ya no se acercaba demasiadas veces al ridículo. Ni el buen hacer de secundarios tan geniales como Rossy de Palma, Asier Etxeandia o Itziar Castro servía para salvar de la quema tan pobre proyecto. Pobre en su historia y en su apuesta narrativa, la serie se caía por todos los lados. Así, el ambicioso aterrizaje de Sebastián Yatra en Netflix es saldaba con una de las peores series que hemos visto en los últimos tiempos.