Es una de las sagas más exitosas del cine. Ya ha llovido lo suyo desde que las hermanas Wachowski nos ofreciesen la primera entrega de Matrix. Corría el año 1999 pero lo cierto es que, a día de hoy, todavía seguimos disfrutando de aquella auténtica maravilla. Una cinta Keanu Reeves demostraba su enorme profesionalidad prestándose a una escena realmente complicada sin recurrir a doble alguno.
Seguro que todos recordamos el nacimiento de Neo. Pues bien, la realidad es que Keanu Reeves aceptó meterse en un tanque con un líquido gelatinoso, respirando a través de un tubo. La primera parte de una secuencia en la que terminaría siendo lanzado por un tubo (con el cámara detrás) y cayendo al agua desde una altura bastante considerable. Un momentazo nada fácil de diseñar.
Como podéis ver a continuación, Keanu Reeves se entregaban cuerpo y alma a una secuencia que no muchos actores habrían aceptado rodar sin dobles. Y es que este tipo es un auténtico fenómeno.