Su historia es tan trágica, como memorable. Christopher McCandless fue un joven que, en el año noventa, decidió abandonar su cómoda vida al amparo de su familia y una carrera laboral para irse a las montañas de Alaska a vivir en contacto con la naturaleza. Con el nombre de Alexander Supertramp, donaba todo su dinero y posesiones a la beneficencia, iniciando un viaje bello y apasionado en la búsqueda de su propia humanidad. Una historia recogida en best-seller escrito por Jon Krakauer y convertida en película con el nombre de Hacia rutas salvajes.
Mucho se ha escrito y reflexionado sobre la figura de Christopher McCandless. Idolatrado por muchos y fuente de inspiración de una forma de vida, al tiempo que criticado por no pocos. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que Sean Pean llevaba su historia de forma maravillosa a la gran pantalla en el año 2007.
El reparto era sensacional. Un joven Emile Hirsch asumía el peso de una película en la que no faltaban nombres del calibre de Marcia Gay Harden, William Hurt, Jena Malone, Vince Vaughn o Kristen Stewart. Un filme arrollador de tan hermoso el que Sean Penn nos ofrecía.
Hacia rutas salvajes es una de esas películas para ver mil veces. La belleza de lo grande y la belleza de lo pequeño condensadas en una única cinta que al fin podemos disfrutar de nuevo gracias a Netflix.