Parece que tiene que hacer las cosas el doble de bien que el resto para conseguir la mitad de éxito. Por alguna razón que desconocemos, Ben Affleck es un tipo que no genera demasiada simpatía. A pesar de que su carrera como guionista, director y actor es envidiable, la realidad es que no todos sus proyectos funcionan según lo deseable. Algo que acaba de ocurrir de nuevo con la magnífica Air.
Estamos ante una cinta que narra la increíble y revolucionaria asociación entre Michael Jordan -un novato en ese momento- y la incipiente sección de baloncesto de Nike, que revolucionó el mundo del deporte y la cultura contemporánea con la marca Air Jordan. Cuenta la atrevida apuesta que definió la carrera de un equipo poco convencional, la visión implacable de una madre que conoce el valor del inmenso talento potencial de su hijo, el fenómeno del baloncesto que se convertiría en el más grande de todos los tiempos.
La película es ágil, audaz, trepidante e impecable. Pese a que Ben Affleck narra de nuevo a la perfección una historia que, a priori, no parecía ninguna maravilla, parece que este sensacional drama deportivo no ha conseguido conectar con el espectador. Después de dejarse 90 millones en la producción y otros 45 en distribución y publicidad, la vida comercial de Air llega a su fin sumando 87,8 millones. Superará por poco los 90, lo que supone una cifra realmente desastrosa para una película nada barata. Lástima, porque Air merecía mucha mejor suerte.
El publico le ha dado la espalda porque es aburridisima, simplemente por eso.