Habíamos esperado durante mucho tiempo ese prometido regreso al mundo de A Ciegas. La película de Sandra Bullock se convertía en uno de los mayores éxitos de la historia de Netflix allá por el año 2018. Una cinta que conseguía seducir a todo el planeta y en la que la plataforma de streaming pronto detectaba un filón de lo más rentable. El universo de A ciegas tenía que expandirse ya fuese con secuelas o spin-offs. Y precisamente el primero de esos spin-offs ya ha llegado a nuestras vidas con Bird Box Barcelona.
Como era de esperar, la cinta está arrasando en Netflix desde el preciso instante de su lanzamiento. Una película que, sin embargo, no funciona en casi ninguna de sus apartados. Más allá del terreno visual y del buen hacer de Mario Casas, la realidad es que nos encontramos con un desarrollo de historia francamente pobre. Terror y tensión desaparecen en favor de una descabellada evolución de lo visto en la película original. Una losa demasiado pesada como para poder levantar el vuelo.
Así, las casi dos horas de Bird Box Barcelona resultan un ejercicio cinematográfico mortecino, en el que se van sacrificando secundarios demasiado desperdiciados siempre. Una pena, ya que la idea de trasladar la desolación a Barcelona sonaba de lo más sugerente. Oportunidad perdida para ahondar más en el terror y la deshumanización de la primera entrega.