Es imposible no meter el pie en el agua con cierto recelo. Efectivamente, en el año 1975 Steven Spielberg decidía que generaciones y generaciones de bañistas iban a quedar traumatizados para siempre. Tiburón se convertía en el primer blockbuster veraniego de la historia del cine. Una película tremenda que conseguía, en su día, 474 millones de dólares. Normal que pronto se le diese luz verde a una Tiburón 2.
El propio Steven Spielberg quería hacerse cargo de la película. Sabía que en Universal estaban locos por la música, de modo que decidía desarrollar una idea francamente interesante, pero que les pareció algo arriesgada a los responsables del estudio, hasta el punto de decidir descartarla. Mark Ramsay se refería a ello en el podcast Shoot this Now, arrojando luz sobre lo que ocurrió.
“De arranque, universal quería que volviese Steven Spielberg. Y la realidad es que Steven estaba muy por la labor de hacer la secuela de Tiburón 2, siempre y cuando la historia fuese sobre el Indianápolis”. En Universal dijeron que ni en sueños, entonces Spielberg decidió que no iba a estar en la película.
¿Qué es lo que le pareció excesivo a la gente de Universal? Pues que la intención que tenían del estudio era la de repetir la fórmula de la primera película. Si tenemos en cuenta que la historia del hundimiento del Indianápolis, del que sobrevivieron 316 marineros de 1.196 tras estar a merced de los tiburones, la película habría sido bien distinta. Eso sí, habríamos tenido una Tiburón 2 brutal y tremendamente original en vez de la irrelevante película que nos encontramos.