Los intríngulis de la industria nunca van a dejar de sorprendernos. Ya sabemos que el titular suena bastante raro, pero la historia real que se esconde detrás de todo esto resulta aún más extravagante. Una situación para la que tenemos que remontarnos al año 1991.
En la década de los 90, Robin Williams era uno de los actores más cotizados del mundo. Venía de unos años espectaculares en los que cobraba alrededor de 8 millones de dólares por película. Así, Disney llamó a su puerta para conseguir que el genial intérprete le prestase su voz al Genio de Aladdín, no tenían demasiada fe en que fuese a aceptar. El proyecto no se podía permitir pagarle un pastizal a Robin Williams, pero los hijos del actor estaban tan entusiasmados ante la posibilidad que le convencieron para aceptar el papel por unos irrisorios 75.000 dólares.
El pacto que Robin Williams establecía con Disney incluía una cláusula de particular importancia. El acuerdo decía que aceptaba el papel siempre y cuando la factoría del ratón no usase su voz para nada más que para la película estrenada en 1992. El problema es que, a la vista del descomunal éxito de Aladdín, Disney no se resistía al uso de la voz de Robin Williams por doquier, violando el acuerdo.
Como era de esperar, el bueno de Robin Williams se pillaba un cabreo descomunal. Conscientes de que se habían propasado, en Disney decidían mandarle un regalo como compensación al actor. Y aquí es donde entra el autorretrato de Pablo Picasso valorado en 1 millón de dólares como disculpa.
El detalle de Disney no tuvo el efecto deseado. El cuadro no consiguió aplacar a un Robin Williams que se negaría a trabajar con la compañía durante años. Hasta que no llegó una disculpa pública por parte de Disney, las aguas no volvieron a su cauce. La verdad es que si nos hubiesen regalado a nosotros un Picasso se nos habría pasado cualquier cabreo.