El mundo de los finales alternativos en el cine es uno de los más interesantes. Lo que nunca ocurrió, pero se quedó a un pelo de suceder. No mentimos si afirmamos que el acabar de manera adecuada una película es el 50 por ciento de la misma. Te puedes coronar o la puedes pifiar estrepitosamente.
En este caso, nos toca hablar de Ridley Scott y su descomunal Alien, el octavo pasajero. El bueno de Ridley tenía dos posibles finales alternativos: En el primero de ellos, nuestra querida Sigourney Weaver escapa en el vehículo auxiliar de la Nostromo y la criatura perece fruto de la autodestrucción de la nave. Cuando se lo propuso a Fox, le pidieron a Ridley Scott que escribiera un tercer acto donde la teniente Ripley y el Xenomorfo tuvieran un enfrentamiento final. Así lo hizo… Pero no como nosotros pensamos.
En el primer borrador sobre este encuentro, el alien acababa con Ripley, decapitándola de un golpe y acto seguido se sentaba en sillón de mando de la nave donde, utilizando la voz de la teniente, afirmaba que se dirigía rumbo a la tierra. Escalofriante bastante macabro. Sin embargo, Fox le paró los pies rápidamente y le solicitó algo más comercial, abogando por el happy ending que todos conocemos. La verdad que en parte nos alegramos.
De este modo, parece que, si de Ridley Scott hubiese dependido, el monstruito se hubiera llevado por delante a toda la Nostromo y se dirigiría a la Tierra a hacer de las suyas. Menos mal que en este caso la productora le paró los pies. En las siguientes entregas se encargaría la propia Sigourney Weaver de mantener a raya al bichejo a golpe de metralleta. Veremos si en Alien: Romulus el nuevo reparto está a la altura del extraterrestre.