Sin lugar a dudas es una de las mejores series televisivas de los últimos años. Cuando los responsables de esa obra maestra llamada Breaking Bad decidían apostar por el personaje de Saul Goodman para un spin-off, nadie podía imaginar que íbamos a asistir al lanzamiento de una auténtica maravilla. Vince Gilligan volvía a hacerlo y, con la inestimable ayuda de Bob Odenkirk, convertía Better call Saul en una de las series más brillantes y queridas de la pequeña pantalla.
Han sido seis temporadas memorables. Divertida, audaz, trepidante y brillante en general, crítica y público se rendían a cada una de sus tandas de episodios. Pero los premios Emmy no han tenido piedad alguna con Better call Saul, una serie merecedora de incontables reconocimientos, pero que terminaba su andadura en la pequeña pantalla firmando un asombroso récord negativo en lo que a cosecha de premios Emmy se refiere.
Hasta 53 aspiraciones a los Emmy ha tenido Better call Saul en todos estos años. Una barbaridad de candidaturas, a decir verdad. Sin embargo, la realidad es que la ficción televisiva no ha conseguido ni un solo galardón. Hablamos de 0 de 53 como balance final en los Premios Emmy para Better call Saul. Triste botín para una serie que, en cualquier caso, ya se ha hecho un hueco entre las mejores de la historia. Saul Goodman no necesita premios, porque nos tiene a todos nosotros.