Jason Statham es de esos actores que son felices siendo encasillados en un perfil de papel concreto. Pocas veces se ha alejado de ese género de acción desenfrenada que tan bien le sienta, pero nos da igual. Él no quiere Oscars. Quiere mamporros.
Todos nos hemos divertido con alguna de sus películas (Los mercenarios, Trasporter, Fast and Furious…) Sin embargo, este tipo duro de Hollywood tenía una profesión muy distinta antes de dar el salto a la gran pantalla. Ya sabíamos que había sido nadador profesional, pero ahí no acaba la cosa. Él mismo ha confesado que se dedicaba a vender joyas falsas a las puertas de un gran establecimiento: “Me sentaba afuera de Harrods y promocionaba las joyas. Hacía cinco cadenas, una cuerda de 24 pulgadas, la de 18 a juego, una pulsera… ese era el conjunto completo. Lo exhibíamos en cajas y lo envolvíamos en papel de seda. Se lo colocábamos en las palmas:¡aquí tiene señora! Cuando teníamos suficiente dinero, comprábamos autos y corríamos a lo grande por todo Londres”.
Efectivamente, antes de ser una de las estrellas más cotizadas del séptimo arte nuestro queridísimo Jason Statham era una especie de Toretto. Ahora nos cuadran más gran parte de sus papeles…
En cualquier caso, resulta cuanto menos curioso que el incombustible Jason Statham fuera vendedor ambulante. Nos alegramos de que apostara por el mundo de la interpretación, pero, al menos a nosotros, nos va a costar verlo en pantalla y no imaginarlo confeccionando pulseritas cual orfebre de la Edad Media. La vida es una caja de bombones, ya lo decía Forrest.