No vamos a descubrir ahora que Star Wars es la saga cinematográfica más importante de la historia del cine. A pesar del paso del tiempo, no ha dejado de generar dinero ni a casi 50 años del estreno de la primera película. Películas y series se multiplican alrededor del universo creado por George Lucas. No debe haber ser humano en el planeta tierra que no haya visto, al menos, una de sus entregas. No obstante, su historia pudo haber sido muy distinto debido a un accidente automovilístico de su estrella principal que pudo acabar en tragedia.
Corría el año 1977 cuando un Mark Hamill, en la estratosfera de la fama con el reciente estreno de Star Wars: Una nueva esperanza, sufría un grave un accidente de coche. El siniestro causaba graves heridas a un Hamill, cuyo rostro terminaba plagado de heridas y con cierta desfiguración.
Nuestro querido Mark se recuperó, pero su rostro mostraba las secuelas de aquel fatídico episodio. Con El imperio contraataca en marcha, George Lucas tenía que idear algo para justificar las cicatrices y cambio físico del protagonista, gozando esta cuestión de prioridad absoluta sobre el resto. Finalmente, se materializó con el ataque de Wampa. Una salida narrativa al terrible accidente sufrido por Mark Hamill y que pudo incluso costarle la vida.
Nos alegramos de que el problema se solucionara con relativa facilidad, ya que, por aquel entonces, no existían los medios tecnológicos imperantes actualmente, con los que hubiese sido la mar de sencillo eliminar las cicatrices de Mark. En cualquier caso, no queremos ni pensar lo que habría supuesto la desaparición del personaje de Mark Hamill de la historia… Nada habría sido lo mismo sin Luke Skywalker.