Era una de las grandes estrellas de Hollywood y su carrera no dejaba de crecer. Toda la industria adoraba a James Franco. Guapo, talentoso y la mar de simpático, la carrera del actor no dejaba de crecer año tras año. A finales de los 90 empezaba a despuntar gracias a papeles tan sensacionales como el de James Dean o Harry Osborn en Spider-Man. Pero detrás de la cercana sonrisa de James Franco se iba revelando un talento arrollador. Y es que hablamos de un tipo que siempre se la jugaba a la hora de elegir papeles, moviéndose en todo el espectro posible.
En el año 2011 llegaba su nominación al Oscar a Mejor Actor. La película 127 horas le dejaba las puertas del máximo galardón de la industria cinematográfica, pero para todos dejaba ya de ser el chico con tendencia a la comedia. Y lo cierto es que los años 2017 y 2018 parecía que iban a ser suyos. The Disaster Artist se convertía en todo un fenómeno cinematográfico. Después de ganar la Concha de Oro de San Sebastián y de arrasar en el circuito independiente, parecía que era su momento. James Franco era el protagonista y director de la cinta, pero poco antes de que se viesen a conocer las nominaciones a los Premios de la Academia saltaba el escándalo con las denuncias de varias y mujeres acusándole de conductas abusivas.
Todo se torcía de repente. James Franco veía como su carrera se desinflaba en el que iba a ser su gran momento. Encima, todo se torcía todavía más en un momento en el que Hollywood se ponía serio con esas conductas impresentables. Así, la agenda de Franco quedaba vacía de la noche a la mañana.
La friolera de 1,9 millones de euros era lo que pagaba a las alumnas de su escuela de interpretación que lo denunciaron. James Franco se convertía en un proscrito. Mucho ha llovido desde aquel 2018 y el intérprete busca ahora retomar una carrera que no parece fácil de rescatar. A sus 46 años, Franco busca una redención que la industria no parece demasiado proclive a ofrecer. Veremos.