El cineasta, pintor, músico y visionario David Lynch ha fallecido hoy a los 78 años, dejando tras de sí un universo de historias inquietantes, personajes inolvidables y atmósferas que se grabaron a fuego en la memoria de generaciones de espectadores. Su partida marca el final de una era para el cine de autor y para todos aquellos que encontraron en su obra una ventana a lo inexplicable, a lo onírico y a lo perturbadoramente hermoso.
Nacido el 20 de enero de 1946 en Missoula, Montana, Lynch creció con un sentido del arte que lo llevó a experimentar con múltiples disciplinas antes de volcarse en el cine. Su ópera prima, Eraserhead (1977), fue un viaje perturbador a la mente humana, un laberinto de imágenes y sonidos que, sin grandes presupuestos ni estrellas de Hollywood, capturó la esencia del horror existencial. Aquel extraño debut marcó el inicio de una carrera que se convirtió en sinónimo de lo insólito.
Con The Elephant Man (1980), Lynch demostró que su talento no se limitaba a la abstracción, sino que podía contar historias profundamente conmovedoras sin perder su identidad visual. Blue Velvet (1986) nos sumergió en la inquietante dualidad del sueño americano, mientras que Twin Peaks (1990-1991) revolucionó la televisión con su mezcla de misterio, humor absurdo y una atmósfera de pesadilla que atrapó a millones de espectadores en todo el mundo.
Pocas películas han capturado la esencia del cine como Mulholland Drive (2001), considerada una de las mejores películas del siglo XXI. En ella, Lynch creó un rompecabezas emocional, un canto a los sueños rotos de Hollywood y a la fragilidad de la identidad humana. Su último largometraje, Inland Empire (2006), empujó los límites del lenguaje cinematográfico hasta su máxima expresión, dejando una obra difícil de descifrar, pero imposible de olvidar.
Más allá del cine, Lynch fue un ferviente defensor de la meditación trascendental, creyendo que el arte y la conciencia estaban entrelazados. En sus últimos años, compartió con sus seguidores reflexiones sobre creatividad, espiritualidad y la importancia de abrazar lo desconocido. Su célebre “Weather Report”, transmitido en YouTube, ofrecía pequeñas dosis de su personalidad enigmática y su inquebrantable curiosidad por el mundo.
Su legado no se mide solo en premios o reconocimientos, sino en la huella indeleble que dejó en la cultura popular. Cada vez que alguien escuche la inquietante melodía de Angelo Badalamenti, que sienta un escalofrío al ver una cortina roja o que se detenga ante lo extraño con una mezcla de temor y fascinación, David Lynch seguirá vivo.
Su partida nos deja con una pregunta que él mismo planteó tantas veces en su obra: ¿estamos despiertos o seguimos soñando?