Nota: 3
No es sencillo hablar de una cinta como “Mi otro yo”. No lo es, principalmente debido a que su directora, Isabel Coixet es la madre de un buen puñado de cintas tales como “Cosas que nunca te dije”, “Mi vida sin mi” o “La Vida Secreta de las Palabras”. Sin ningún genero de duda, todas ellas son de lo mejor que ha facturado el cine patrio en las últimas dos décadas, de ahí que referirse a una cinta de Isabel Coixet tal como “Mi otro yo” resulte, como mínimo, doloroso.
Hace ya casi diez años de “La Vida Secreta de las Palabras” y desde entonces nada de nada. Cada nueva aventura tras las cámaras de la mujer que un día nos enamoró, se convierte en una absoluta pérdida de tiempo. Tan cruel, como cierto. La directora parece haberse convertido en una parodia de si misma. Los rasgos que hoy muestra su cine resultan una versión corrupta de lo que en su día fueron poderosas virtudes cinematográficas. Lo poderoso de los sentimientos se ha convertido en monstruoso hasta rozar el ridículo. No queda nada de aquella intimidad. El fallido intento que supone su cambio de género hacia el thriller psicológico de “Mi Otro Yo” se convierte en una de las peores cintas de la temporada. Esperemos que le haya servido a la directora para tocar fondo.
Quince minutos es simplemente lo que necesitamos para darnos cuenta de que estamos ante un desastre. En el segundo minuto de la cinta, ya se ha diagnosticado una esclerosis múltiple. Siete son los minutos que tenemos que esperar hasta ver un reflejo sospechosos en un espejo del baño. Llegados al minuto quince, cualquier esperanza se desmorona al ver como un columpio se balancea solo. Lugares comunes del género y de la propia directora provocan la zozobra precipitada de un filme que apuntaba a redención de Coixet, pero que se ha convertido en un mal recuerdo. Las reflexiones en off de la protagonista y los diálogos de “Mi otro yo” resultan propios de mal alumno de escuela de cine, rozando muchas veces el ridículo. Todos ellos parecen enormemente descontextualizados en una cinta de este género. De hecho, todo parece fuera de lugar.
Sorprende también encontrarse un reparto tan poderoso en una obra tan pobre. Seguramente todos ellos fuesen víctimas de la magnífica fama que merecidamente se ganó Coixet con sus primeros trabajos, pero esta no es la mujer con la que esperaban trabajar… Solo la prometedora Sophie Turner se salva de la quema (es agradable poder decir que un Stark se salva), pero ni Rhys Ifans, ni Claire Forlani, ni Jonathan Rhys Meyers tienen tanta suerte…
Así las cosas, a todos los que un día nos enamoramos de “Mi vida sin Mi” solo nos queda esperar a que este “otro yo” de Isabel Coixet pase de largo cuanto antes. Si ha venido para quedarse, aquí se acaba nuestra relación.
Héctor Fernández Cachón