¿Realmente son tan buenas? Películas sobrevaloradas (Volumen IV)

 

Sin City (2005): No es por es oportunista y aprovechar la leche que acaba de comerse su secuela en taquilla, pero “Sin City” da grimilla. Los que estéis al borde del ataque de ira, volved a verla. Un servidor es de los que salió prendado en su día de la sala de cine donde disfrutó la cinta. Por uno u otro motivo el segundo visionado se fue demorando varios años, hasta que un día cayó por la desparecida “La Sexta 3” y la ocasión resultó propicia. Cutre, hortera, molesta en estética, absurda en esencia… Todavía me arrepiento de aquel segundo visionado… ¡Y del tercero! Las dudas en la actualidad se centran en qué se le pudo ver a “Sin City” para considerarla buena en su día. Ni que Robert Rodríguez hiciese algo decente…

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Django Desencadenado (2012): Oscar al Mejor Guión Original… ¿En serio? Probablemente nos encontremos ante el libreto más descuidado de nuestro querido Quentin Tarantino. Después de alcanzar su techo formal en “Malditos Bastardos” y sacarse de la manga un puñado de pasajes gloriosos, lo que “perpetra” en Django no tiene perdón. Por si no fuese suficiente con un desarrollo absurdo que conduce a los dos protagonistas al plan más estúpido de la historia de los planes para rescatar a la esposa del protagonista, Tarantino decide destruir al magnífico personaje de Christoph Waltz transformando a ese eficiente cazarrecompensas que siempre va por delante de todos, en un absoluto panoli durante la cena con DiCaprio. La lamentable última hora de metraje nos proporciona la guinda, ya que después de un trepidante clímax… ¡Todavía nos cuelan treinta minutos más! Un sinsentido…

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Kramer contra Kramer (1979): He aquí un ejemplo de película del que me aburre ver, pero lo más grave es que me aburre hasta pensar en ella. Un carro de Oscars se llevó la película de Robert Benton allá por 1979. ¿Por qué? No se sabe. Lo cierto es que todos los lugares comunes del melodrama (madre mía qué pereza me está dando) irrumpen con fuerza en esta película que, más que ternura, desata unas descomunales ganas de abofetear a sus tres protagonistas (y a sus dobladores). La repetitiva música no es que sea como cortarse las venas. Es más bien como prenderse fuego, porque la tortura dura casi dos horas. ¿Dustin Hoffman y Meryl Streep peleándose por ese irritante niño? Que lo abandonen en una gasolinera o algo y problema solucionado, que no hay quien lo aguante. El grito del abogado de Hoffman en el juicio por la custodia del diminuto demonio rubio ya es el colmo del ridículo de una película a la que el tiempo no ha tratado nada bien (Qué alivio. Ya se ha acabado).

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(Parte I) (Parte II) (Parte III)

8 Comments

  1. Antonio Clemente Marin agosto 31, 2014
  2. Lluís Ortega Gimenez agosto 31, 2014
  3. javivi agosto 31, 2014
  4. José María agosto 31, 2014
  5. Domingo Dark Vinyl agosto 31, 2014
  6. Jorge Roman noviembre 5, 2014
  7. chorra noviembre 30, 2016
  8. Clachita enero 13, 2017