No hace mucho hablamos de “Cold in July“, película de Jim Mickle (conocido por el remake de “We are what we are“) basada en la novela homónima de Joe R. Lansdale. En ese momento sabíamos poco de ella porque acabábamos de presentar el tráiler y aún se paseaba por los festivales. “Cold in July” ya está disponible por ahí y se deja ver. Y como se deja ver, nosotros la hemos visto.
Crítica: “Cold in July”
Esta propuesta no es ningún soplo de aire fresco. Se trata de un thriller ambientado en la Texas de finales de los 80. Michael C. Hall es un padre de familia con un trabajo sencillo en una tienda de marcos que de la noche a la mañana, literalmente, se convierte en el héroe local tras asesinar a un intruso. Él no quiso hacerlo, en realidad se le disparó el arma sin querer y acertó de chiripa. No se siente cómodo con su nueva etiqueta. Por si fuera poco, el padre del ladrón al que ha matado ha salido recientemente de la cárcel y se entera de la noticia, así que su mujer y su hijo pequeño se ven amenazados por esta vengativa figura.
Hasta aquí va todo bien. La idea es fácil de seguir, interesante y ya de por sí tensa. De acuerdo. Pero esto ocurre en el primer cuarto de hora de la cinta. Todo va rápido, así que sabes que no va a ser el tema principal. No, el guión se engancha y busca unos retorcidos giros apoyándose en una trama de corrupción y mentiras, pero no muy elaborada. Solo necesitan la excusa más ínfima para inventarse el resto de la película. Es sorprendente cómo desperdician unas buenas actuaciones y una estupenda fotografía en una historia que hace aguas por todos los lados y se hunde rápidamente en la propia trampa que se han tendido los guionistas.
Deja tantos cabos abiertos que no queda más remedio que ver “Cold in July” sin pensar. En el momento en el que lo hagas, descubrirás que ninguna pregunta que hagas tiene una respuesta coherente. Los personajes están mal trabajados y de pronto tienen reacciones alocadas que no se entienden si no es para justificar la dirección que toma la película. No he leído el libro ni tengo intención de hacerlo, pero quiero pensar que Lansdale construye mejor a sus personajes y les da motivaciones reales con las que cualquier espectador o lector pueda empatizar o, como mínimo, entenderlas.
La combinación de los tres personajes principales (Michael C. Hall, Don Johnson y Sam Shepard) no está mal, son los cimientos, las razones, cualquier cosa que clame por coherencia la que falla. En ese contexto, es imposible que salten chispas. Al contrario, la relación se vuelve simplemente curiosa y el interés se pierde. Si uno ve “Cold in July” hasta el final es por pura inercia, porque hay una necesidad suprema de saber cómo va a acabar la cosa. Desde luego, el peinado de Michael C. Hall lo pone difícil, porque a veces roba toda la atención y uno se pregunta quién diablos es el director de maquillaje y peluquería. Horrible. El resto de personajes son secundarios de relleno más planos que una tabla de planchar. A nadie le hace gracia ya esta frasecita, ¿verdad? Pues esos clichés (poli corrupto, mujer preocupada que no hace nada y “malos” tontos) también cansan.
No se salva la banda sonora. La música que han elegido es sumamente impersonal y no afina el carácter de la película. Está porque tiene que haber algún tipo de música, pero no es un trabajo bien hecho. Lo único que rescataría es la fotografía y solo en algunas partes, especialmente el primer cuarto de hora, que es el que más me ha gustado.
“Cold in July“. Y en septiembre, que es como me ha dejado a mí: frío.
Nota: 4.