Nota: 7
Curioso caso el de Christopher Nolan. Mencionar este apellido en los últimos tiempos viene siendo sinónimo de éxito crítico y comercial. La credibilidad del hombre que “parió” la última trilogía de “Batman” y que reinventó el cine de superhéroes parece estar lejos de toda duda. De ahí que a nadie le extrañe la expectación despertada por su esperada epopeya intergaláctica, “Interestellar”. Casi tres horas de sueños y viaje a las estrellas era la propuesta del mesiánico director. A ello se le añadía el habitual reparto plagado de grandes figuras de la interpretación y unas descomunales montañas de dinero para poner al servicio de la empresa. Es así como Nolan pone un ladrillo más en una carrera que seguirá sumando éxitos con “Interestellar”, pero que continuará su “deshonesto” camino.
El planteamiento de “Interestellar” es solemne y hermoso. Con la vida terrícola llegando a su fin, un grupo de exploradores tendrá que emprender un desesperado e incierto viaje más allá de nuestra galaxia en la búsqueda de planetas que puedan convertirse en el nuevo hogar y la salvación de la raza humana. Difícilmente podemos imaginar un ecosistema más apto para que Nolan despliegue su inmenso talento. Son días de miedo los que él narra. Son situaciones tan grandes que da vertigo imaginarlas. Son emociones tan intensas que logran sacudir nuestro corazón. La ecuación construida mediante los factores del amor y la relatividad arroja un resultado exacto. Efectivamente “Interestellar” resulta prácticamente perfecta… Hasta que deja de serlo.
Mírense los brazos. Descubrirán que tienen el bello de punta y la piel de gallina. Amor y relatividad, amor y relatividad… Todo tan complejo, pero tan sencillo al mismo tiempo. Sentimientos primarios y básicos en el más complejo de los contextos. Paradojas dentro de paradojas. ¿Por qué no es suficiente con eso, Christopher Nolan? Efectivamente, el director reincide en el que siempre ha sido el mayor de sus problemas estilísticos. Un defecto que en “Interestellar” se agrava hasta niveles dramáticos: Christopher Nolan está empeñado en parecer más listo que el resto de mortales. No le llega con desarrollar una maravillosa historia e incluso buscarle los recovecos que a nadie se le habrían ocurrido. Necesita seguir buscando la perfección cuando ya la ha encontrado. Es entonces cuando se produce la paradoja más interesante de la cinta, y es que cuanto más se busca la perfección, más imperfecta es “Interestellar”. Darle una capa de pintura tras otra a algo que ya está bien, solo puede empeorarlo. El último tercio de la película se limita a eso. Ya no hay piel de gallina. Todo es fácilmente comprensible, pero el alma de la película se ha perdido. Tomar el camino más enrevesado para llegar a un punto no es sinónimo de intrépido. Es pasarse de listo.
“Interestellar” se convierte así de más de dos horas de cine del grande. Muchos de los mejores momentos de cine del curso los vivimos por cortesía de los sensacionales Matthew McConaughey (este tipo está en estado de gracia), Anne Hathaway o Jessica Chastain. Algunos de los picos cinematográficos más memorables de los últimos tiempos los vivimos simultáneamente en las dos galaxias de “Interestellar”. Lástima que a Christopher Nolan no le sea suficiente con filmar algo tan magnífico. Talento le sobra, pero hasta el día en que se de cuenta de que solo ha habido un Stanley Kubrick, no sabremos cual es su verdadero límite.
Héctor Fernández Cachón